Nefropatía
diabética.
Las glomerulopatías
diabéticas evolucionan durante muchos años, y con frecuencias, décadas.
Las manifestaciones clínicas de las glomerulopatías evolucionan en 4
etapas fundamentales.
Etapa
Inicial: comienza con la aparición de anormalidades de la
homeostasis de la glucosa, o en ocasiones, antes de que la hiperglucemia
sea franca.
Esta etapa se
caracteriza por un aumento considerable del índice de filtrado glomerular
(FIG.) , que puede llegar al 40-50% en exceso de lo normal; del flujo
plasmático renal, y de la longitud y volumen de los riñones. También es
frecuente que se incremente de modo transitorio la excreción de
albúmina, hasta valores supranormales (más de 15 ug / min) menores que
los detectables fácilmente con pruebas cualitativas habituales.
Esta
microalbuminuria transitoria desaparece con rapidez al emprender la
insulinoterapia y corrección parcial de la hipoglucemia. Además, es una
proteinuria inicial que suele relacionarse con mayor excreción de Beta
2-microglobulina, lo cual hace pensar que su origen es tubular. Sin
embargo, el IFG y tamaño renal no se normalizan después de la
corrección parcial de la hiperglucemia.
No ocurre
progresión a etapas ulteriores en pacientes con diabetes tipo I y control
excelente de la glucemia. De hecho, en 30-40% de las personas con este
tipo de diabetes nunca aparecen signos francos de glomerulopatía
diabética.
Cuando
glomerulopatía incipiente no ha surgido en los 15 años que siguen al
inicio de las anormalidades homeostáticas de la glucosa, es cada vez más
improbable que lo hagan en años ulteriores.
Segunda
Etapa:
En el comienzo de
esta etapa; continúan el IFG alto y el agrandamiento renal; con
incremento leve de la presión sanguínea (presión arterial media); que
suele aumentar 5-10 mmHG). Con muchos pacientes todavía llamada escala
normotensa Ej. Menos de 140/90 mm HG). Suele observarse el comienzo de la
transición de la retinopatía de fondo a la proliferativa en esta etapa.
En ausencia de mejoría impresionante del control de la glucemia o de
tratamiento antihipertensivo, la albuminuria se incrementa con lentitud
durante los años siguientes, de modo que al cabo de 5-10 años en muchos
pacientes hay proteinuria franca (con excreción albúmina menor de 200 ug
/ min.) Y proteinuria total mayor de 500mg /día.
La albúmina menor
de 200ug /min. Y proteinuria total mayor de 500mg /día). La presión
sanguínea aumenta todavía más, conforme lo hace la albúminuria, en
muchos pacientes llega la hipertensión franca.
El índice de
filtración glomerular disminuye simultáneamente desde sus valores
normales en sujetos no diabéticos de edad talla y sexo similares. Durante
la etapa de glomerulopatía incipiente, la rapidez del aumento de la
excreción de albúmina depende del control de glucemia y reducción de la
presión arterial con antihipertensivos. Tal rapidez y la relación que
guarda con la presión sanguínea están mejor definidas para la diabetes
sacarina tipo 1 que para el tipo 2.
El control excelente
de la glucemia y estricto de la presión sanguínea suele detener la
enfermedad en la etapa de glomerulopatía incipiente, pero en muchos
enfermos continúa la progresión a la etapa siguiente, de glomerulopatía
franca. El intervalo que transcurre entre el comienzo de la
glomerulopatía incipiente y la franca es de 7-10 años en promedio. El
progreso es más rápido en personas con hipertensión más grave, en
particular si se combina con control deficiente de la glucemia.
Tercer
Etapa:
La rapidez de esta
disminución es variable de un paciente a otro, con promedio global de
0.8-1.1ml/min/mes. En este sentido es importante subrayar que la
creatinina es un marcador muy útil del índice de filtración glomerular
cuando hay proteinuria y nefropatía.
El aumento de la
secreción tubular de la creatinina hace que con la depuración de ésta
se sobreestime el índice de filtración glomerular verdadero (a veces por
un factor de dos o más ), de modo que puede ocurrir disminución
considerable de tal índice incluso con creatinemia normal. Persiste el
agrandamiento renal.
En muchos pacientes
hay progresión al síndrome nefrótico franco con proteinuria mayor de
3.5 g/ por día, hipoalbuminemia, hipercolesterolemia y edema. Continúa
el aumento de la presión sanguínea que suele requerir varios
antihipertensivos para su tratamiento. Persiste la disminución del IFG,
que por definición se considera parte de la etapa final de
glomerulopatía azoémica cuando se acompaña de creatininemia y valores
de BUN (valores séricos del nitrógeno de la urea) supranormales. El
tiempo que transcurre desde el comienzo de glomerulopatía franca hasta el
de la azoémica promedia tres a cinco años. Puede modificarse
considerablemente con el tratamiento antihipertensivo intenso.
Cuarta
Etapa:
Ocurren proteinuria
de importancia, hipertensión, edema y, con frecuencia, hipoalbuminemia.
Además suele haber manifestaciones extrarrenales como la cardiopatía
isquémica, insuficiencia cardiaca congestiva, neuropatía e insuficiencia
vascular periféricas, retinopatía proliferativa grave, accidentes
cerebro vasculares o vasculopatía renal oclusiva. Persiste la
nefromegalia, pero en la etapa tardía de la glomerulopatía azoémica
suele haber disminución gradual del tamaño renal.
El control estricto
de la glucemia tiene efecto mínimo en la rapidez de progreso de esta
etapa. La regulación también estricta de la presión sanguínea suele
desacelerar mucho la pérdida de IFG, pero incluso con la normo tensión
sanguínea hay evolución lenta y percibe a la nefropatía terminal.
La rapidez de tal
progresión que se mide con base a la disminución del IFG, tiende a ser
mayor en los meses que preceden a la nefropatía terminal. El síndrome
nefrótico grave con hipoalbuminemia importante y edema de difícil
tratamiento suele acompañar a las fases iniciales de la glomerulopatía
azoémica. Es factible la evolución acelerada de la retinopatía
autónoma y periférica y las arteriopatías coronarias y periférica
suelen complicar todavía más el cuadro clínico. El tiempo que
transcurre desde la glomerulopatía azoémica hasta la nefropatía
terminal es de dos a cinco años, e incluso menor en personas con control
muy deficiente de la presión sanguínea.
Retinopatía:
Es
una de las causas principales de pérdida de la visión.
Enfermedades
Arteriocleróticas
Consunción
Muscular: y otras miopatías
ocasionan debilidad progresiva y menor tolerancia al ejercicio.
Neuropatías
Periféricas: Las
neuropatías sensitivas ocasionan anestesias y disestesias (ardor)
seguidas a veces por neuropatías de vías gastrointestinales y
degeneración del sistema nervioso autónomo, que ocasiona hipertensión
ortoestática.
Bibliografía
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