Introducción
Halitosis, o mal
aliento, es una afección de la que se da cuenta muy a menudo. Sea en forma
de mal aliento ocasional que siente casi todo adulto sano al levantarse en
la mañana, o sea en forma de problemas más serios o graves, desde
trastornos metabólicos hasta tumores pulmonares, se dice que
la halitosis afecta a casi 50 % de una
población. A juzgar por la magnitud del mercado de ventas de
colutorios y otros productos contra el mal aliento (de casi un billón de
dólares según las últimas estadísticas), la halitosis es un problema
personal que preocupa a mucha gente.
Etiología
Puede ser, en
general, provocada por la descomposición bacteriana de partículas de
alimentos, células, sangre y algunos componentes de la saliva. De este
modo, 90% de las causas de halitosis se
originan en la boca. Como las proteínas y otros agentes
químicos en estos materiales se van descomponiendo en componentes más
simples como aminoácidos y péptidos, se producen muchas sustancias
volátiles (ácidos grasos y componentes de sulfuro) relacionadas con su
descomposición. Entre ellas podemos mencionar el ácido propiónico (olor
del vómito), ácido butírico (olor de la mantequilla rancia o carne
pútrida), ácido valérico, acetona, acetilaldehído, etanol, propanol y
diacil.
Otros productos de
descomposición pueden pasar a formar parte de las vías metabólicas de las
bacterias en la boca que se van desdoblando en compuestos volátiles. Este
es particularmente el caso de aminoácidos que contienen sulfuro, como
metionina, cisteína y cistina. Los
compuestos sulfúricos volátiles (csvs) resultantes, como el
sulfuro de hidrógeno, mercaptano de metilo, sulfuro de dimetilo y otras
sustancias químicas (cadaverina y putrescina, diaminas fétidas), son, en
parte, responsables por el olor de que se quejan los pacientes con
halitosis (o la gente próxima a ellos). En el aire de la boca humana se
han detectado unos 400 compuestos volátiles. Se
ha hallado que son más de 300 las bacterias bucales que causan las
concentraciones detectables de csvs asociadas con la halitosis, con más de
80% de especies de placa subgingival solamente.
Se han hallado
concentraciones más altas de csvs en los gases bucales emitidos por
pacientes con enfermedad gingival, que en los pacientes sanos. Un estudio
reciente demostró que las personas que se quejan de mal aliento tenían más
lugares/áreas de hemorragias y placas con bacterias hidrolizantes BANA,
que las que no habían dado cuenta del mal olor. Los csvs han estado
recientemente implicados en un circuito de retroacción que comienza y
finaliza con una salud buco dental deficiente. La higiene periodontal
inadecuada puede producir inflamación gingival, creando bolsas
hipooxigenadas (por ejemplo entre la encía y los dientes), atrapando en
ellas bacterias anaeróbicas gram- negativas. Estas bacterias comienzan
luego la proteólisis de las proteínas salivales y tisulares, que producen
finalmente los csvs. Aparte de los obvios efectos en el olor del aliento
del paciente, estos csvs incrementan la permeabilidad de la mucosa oral,
aceleran la degradación del colágeno, demoran la cicatrización de las
lesiones existentes, y afectan también la función celular gingival y
periodontal. Todos estos efectos pueden reforzar o agravar las condiciones
iniciales de la salud bucal deficiente que condujeron, en primer lugar, al
desarrollo de anaeróbios halitóticos.
La
función de la lengua
Las bacterias
anaeróbicas gram-negativas implicadas en la halitosis también se
encuentran en la capa de recubrimiento lingual, primordialmente en el
tercio dorsal, que es limpiada constantemente mediante una interacción
mecánica con el paladar duro y los dientes (en contraste con los dos
tercios anteriores de la lengua). El cepillado directo, los colutorios y
los enjuagues antibacterianos pasan frecuentemente por alto esta zona
porque pueden provocar náusea o porque ayuda a aislar la cavidad nasal del
líquido con el que el paciente hace gárgaras. La lengua es un refugio
excelente para las bacterias anaeróbicas debido a su extensa y continua
superficie que presenta papilas gustativas y filiformes y grietas que se
relacionan con las glándulas mucosales y amígdalas linguales. El
crecimiento bacteriano en la lengua se parece a la acumulación de polvo en
una alfombra muy pilosa; es por ello, incluso cuando la periodontitis está
vinculada con la halitosis en un tercio de los pacientes (y algunos
estudios sugieren que esta asociación no es muy sólida), que el mal
aliento de pacientes está más relacionado con la placa del tercio dorsal
de la lengua, que con la periodontitis (particularmente lo sugiere un
estudio entre las subpoblaciones más jóvenes).
El cepillado o limpieza de la lengua puede proporcionar un gran alivio
para esos pacientes cuyo reflejo de náusea no se estimula muy fácilmente.
La
función de la saliva
Uno se pregunta, que
si la cavidad oral proporciona un ecosistema tan apropiado para el
crecimiento de bacterias, por qué entonces no está más difundida la
halitosis crónica entre la población adulta. La verdad es que mientras el
tercio dorsal de la lengua, los espacios interdentarios y los espacios
entre encía y dientes proporcionan un medio fértil para el crecimiento per
se, la boca es un ecosistema en constante oscilación térmica, química,
mecánica e incluso biológica.
Mientras las
proteínas salivales son apropiadas para la proteólisis bacteriana, la
saliva contiene mucinas, oligosacarinas y otras sustancias son expedidas
continuamente en la boca, facilitando la acumulación y expulsión de
bacterias mediante una moción fluida normal. La saliva contiene además
factores inmunes como inmunoglobulinas específicas. La oxigenación de la
saliva inhibe la formación de bacterias anaeróbicas. El habla y la
deglución ponen a los dos tercios anteriores de la lengua en contacto con
las rugosidades del paladar, lo que sirve para limpiar esta parte de la
lengua. Finalmente, cualquier patógeno debe con cientos de otros
patógenos, anaeróbicos y aeróbicos, halitóticos y cariogénicos, como
también con los cambios ambientales que crean estos otros patógenos. Por
ejemplo, el azúcar en la cavidad oral se metaboliza por bacterias
aeróbicas, muchas de las cuales producen ácidos como productos residuales.
Estos ácidos reducen el pH del sistema por debajo del nivel que las
bacterias anaeróbicas halitóticas pueden alimentarse o reproducirse.
Lamentablemente, también provocan cavidades.
Condición
sistémica y halitosis
Es importante notar
que, mientras la higiene oral inadecuada y la saluda bucal deficiente
pueden a menudo crear las condiciones ideales para el desarrollo de
halitosis, su concurrencia no es precisamente indispensable. Otras causas
de halitosis se relacionan con la excreción en la saliva de metabolitos
normales (o anormales) de procesos y funciones corporales no-orales, este
es el caso de la trimetilaminuria o "síndrome de olor a pescado", que
resulta de la incapacidad del organismo de destruir completamente colina y
que conduce a una acumulación en la sangre, y otros fluidos corporales del
paciente, de trimetlamina, el compuesto responsable del olor a pescado en
el aliento, orina y sudor del paciente. La gente está probablemente más
familiarizada con el olor a cetona del aliento de los pacientes
diabéticos, y el olor cetósico del aliento de los anoréxicos (y de algunos
de los que están a dieta). Los problemas renales que pueden conducir a la
uremia, producen un aliento con olor a orina, mientras que los problemas
biliares y trastornos hepáticos, como la cirrosis le dan al aliento un
olor a ratonil. La leucemia y otros trastornos sanguíneos ocasionan
asimismo efectos relacionados.
La halitosis es un
trastorno secundario común entre los pacientes con xerostomía, o boca seca
crónica, que a menudo es la consecuencia del avance de los años o de la
irradiación de la cabeza y nuca, que se emplea para el tratamiento de
muchos cánceres. Los medicamentos de uso más común, como los
antihistamínicos, los antihipertensivos, y los que se utilizan para
combatir la depresión en la enfermedad de Parkinson, pueden provocar
xerostomía como efecto secundario. La función salival de los pacientes con
xerostomía se debilita, lo que puede agravar o precipitar la periodontitis
o simplemente aumentar la concentración salival de los csvs, aumentando
por tanto su concentración en el aire espirado. Una disminución en el
flujo salival asociado con los ciclos circadianos del sueño es lo que
provoca el aliento matinal, que tantos conocen.
El hecho que
frecuentemente se relaciona la halitosis con la xerostomía o sueño (cuando
el flujo salival disminuye debido a los ritmos circadianos y al cese de la
masticación y otra actividad oral-mecánica), demuestra el importante rol
que desempeña la saliva en el control de la halitosis. La putrefacción
bacteriana de las sustancias químicas es la que causa mayormente la
halitosis. La saliva contiene proteínas, carbohidratos e inmunoglobulinas
que interfieren con el metabolismo de las bacterias y con la adherencia
bacteriana a las superficies orales, y que en algunos casos son
bactericidas. Además, el rol de la saliva como un solvente en el ambiente
oral químico, sirve para controlar el olor bucal; los compuestos volátiles
disueltos en la saliva no huelen hasta que se hayan evaporado en el aire
bucal y nuestras mucosas nasales alcanzan a registrar los químicos
evaporados en el aire. Es lógico, entonces, que si se reducen sus
concentraciones en la saliva por medio de la estimulación del flujo
salival, será más difícil para la presión de vapor en la boca, causada por
la inhalación o exhalación, evaporarlos en el aire bucal, de modo de
hacerlos menos detectables para nosotros y para otras personas. Los
productos refrescantes del aliento tienden a ser bactericidas y a
estimular la secreción salival. La masticación de chicle también estimula
el flujo salival (y la eliminación de bacteria acumulada), la capacidad
buffer o neutralizante, y la concentración de factores de defensa oral
críticos; el chicle sin azúcar es menos cariogénico que el chicle con
sacarosa y otros azúcares, pero tiende a elevar el pH oral, haciendo el
ambiente más acogedor para las bacterias anaeróbicas halitóticas.
Otras causas bucales
de la halitosis pueden ser la ulceración a causa de diabetes, herpes o
trauma, las complicaciones postoperatorias de una amidalectomía, o cirugía
reconstructora oral, cánceres bucales, abscesos dentales, candidiasis,
alimentos impactados, restauraciones inapropiadas de los dientes, uso de
productos de tabaco y dentaduras sucias. Desde hace siglos se ha
reconocido que los alimentos ricos en compuestos de sulfuro, como ajos,
cebollas o curries (que contienen ambos), son otras de las causas de olor
desagradable. Finalmente cualquier número de medicamentos (entre ellos,
disulfiram, dinitrato de isosorbide, amonio triclorotelurado, incluso la
tetraciclina), puede provocar halitosis como efecto secundario.
Trastornos
respiratorios y gastrointestinales
Las causas
respiratorias de la halitosis incluyen la sinusitis, tuberculosis,
carcinomas bronquiales, organismos extraños alojados en la cavidad del
seno y hasta una faringitis simple. Las posibles causas gastrointestinales
son más conflictivas; algunos investigadores aducen que como la función
del sistema gastrointestinal está aislada de las vías respiratorias, y
como el estado normal del esófago es uno de colapso, el olor del aliento
no significa nada adverso acerca de la función gastrointestinal.
Se han registrado
casos de halitosis asociada con hepatitis, fístula colonogástrica (una
complicación muy rara en la enfermedad de Crohn), con fístula aorto
entérica y con varios divertículos. Otros investigadores (en trabajos
todavía no ampliamente reproducidos), han estudiado patrones de halitosis
en parejas y han sugerido una posible vinculación entre la bacteria
Helicobacter pylori (implicada en las úlceras estomacales) y el olor del
aliento. Este trabajo parece compartir ciertos principios con las
recientes pruebas de H. Pylori en el aliento.
Un estudio italiano
entre la relación entre la infección H. pylori y la halitosis, observó una
correlación muy elevada entre la eliminación de H.pylori y la desaparición
de halitosis (medido por el análisis de compuesto de sulfuro). No
obstante, la terapia de erradicación doble que eliminó el H.pylori puede
haber eliminado otra bacteria también presente. El estudio observó además
que en presencia de H.pylori, los colutorios de clorhexidina no parecen
ser completamente efectivos contra la halitosis.
Diagnóstico
Durante siglos, el
diagnóstico y medición de la halitosis se hacían a través de una
evaluación humana, a través del propio sentido del olor, del olor de la
saliva o aliento del paciente. Si bien los que tenían experiencia en
evaluar el olor pueden haber desarrollado un grado de acuidad con respecto
a compuestos específicos (en la investigación actual todavía se utilizan
los expertos del olor), el procedimiento era muy subjetivo y no parece ser
ahora muy apto como base para los diferentes tipos de diagnóstico. El
proceso sensorial humano limita también la habilidad de los expertos para
aislar un compuesto determinado, creando una relación hipo-aditiva no
lineal entre el número de sustancias malolientes presentes y el número que
puede ser detectadas por quienes evalúen la situación.
El diagnostico
personal parece particularmente deficiente, porque un sentido del olfato
que funciona normalmente, se desensibiliza ante los olores continuos.
Además, los factores psicológicos como la paranoia, la esquizofrenia y un
trastorno obsesivo-compulsivo pueden distorsionar el sentido del olfato
del paciente ante su propio olor bucal, lo que puede conducir a una forma
de hipocondría conocida como "halitosis engañosa o ilusoria". Un estudio
llevado a cabo en 1996, observó que la valoración personal del olor bucal
era mucho más elevada que la asignada por un juez del olor y que no estaba
asociada con la salud periodontal. En quienes se quejaban se había
registrado un valor psicopatológico relativamente más elevado en un perfil
"SCL-90", que en un grupo de referencia de igual edad y sexo, en el que no
se había comprobado halitosis.
Un estudio japonés
reciente es indicativo de los problemas de diagnóstico personal. Ha
hallado que los pacientes, que se quejaban principalmente de halitosis,
era mucho menos probable (por un factor dos), diagnosticar halitosis que
en los pacientes que se quejaban en primer lugar de otra afección
(digamos, periodontitis o gingivitis), y secundariamente de halitosis. Los
investigadores llegaron a la conclusión de que la mayoría de los pacientes
cuya primera queja era la halitosis no padecían realmente de halitosis,
sino de una halitosis ilusoria debido a suposiciones basadas en las
actitudes de otras personas. No es de asombrarse que los investigadores
observaron que los pacientes que se quejaban de halitosis peor que no se
les confirmaba el diagnóstico, eran los que se sentían más disastisfechos
con la calidad del tratamiento recibido.
Otro estudio de
evaluación personal, utilizó una prueba microbilógica para diferenciar
entre la halitosis psicogénica y orgánica. La prueba consistió en observar
la precipitación de sulfuro de plomo sobre el extremo de un aplicador
embebido en un medio de cultivo de bacterias anaeróbicas con suplementos
especiales. La prueba era lo bastante eficaz para clasificar a los
pacientes cuya condición (de halitosis psicogénica y orgánica), había sido
establecida por un método de entrevistas.
Entre las medidas más
objetivas figuran el uso de monitores portátiles de sulfuro, cromatografía
de gases, detectores de llama fotométrica, y espectrómetros de masa. Como
estos procedimientos de medición varían desde los más limitados pero
convenientes hasta los más caros y pesados, una gran cantidad de
investigación dental está dedicada a establecer una correlación de costo
más bajo para los reconocidos marcadores clínicos de la halitosis. Niveles
de sustancia como BANA (benxolarginina-2-naftilamida hidrolizados por
mucha microflora oral) son utilizadas como instrumentos para determinar
los niveles de las sustancias químicas implicadas en la halitosis que
otras sustancias más caras de detectar. Se ha demostrado que la prueba
BANA, por ejemplo, es muy útil para detectar compuestos que causan la
halitosis pero que son independientes de los niveles csvc.
Un estudio reciente
sobre las técnicas de medición actuales de cuenta del progreso obtenido
con detectores de óxido de zinc y de quemiluminescencia nitrógena. El
detector de queminluminescencia, por ejemplo, permite la medición precisa
de los compuestos de nitrógeno (como indol y cadaverina) en las matrices
orgánicas. Esto puede ayudar a los investigadores a determinar si estos
compuestos nitrogenados están presentes en hasta ahora concentraciones no
detectables en el aliento.
Un estudio japonés de
1996, que utilizó un semiconductor de film delgado de óxido de zinc ha
demostrado que esta tecnología sensorial puede ser eficazmente utilizada
en la elaboración de monitores de halitosis fáciles de manipular. El
monitor, que detecta los csvs en el aliento, tenía medidas que estaban muy
correlacionadas con las de los expertos de olores, con los monitores
portátiles de sulfuro y con el cromatógrafo de gas.
Tratamiento
El tratamiento
costo-efectivo y seguro del mal aliento debe incluir el cepillado regular
de los dientes, hilo dental y limpieza de la capa de recubrimiento de la
lengua. Estas técnicas ayudan a controlar la microflora oral que es la
causa de la halitosis y de la caries dental. La investigación ha
demostrado que las concentraciones salivales de tiol (como mercaptano),
que son los precursores del olor bucal desagradable, pueden ser
considerablemente reducidas mediante el uso de soluciones o pastas
dentífricas que contienen peróxido de hidrógeno. Los colutorios que
contienen gluconato han demostrado ser efectivos para controlar los
microbios orales, aunque producen efectos secundarios, como la tinción
dentaria. Los tratamientos más avanzados, como el uso de antibióticos,
están raramente indicados, salvo en los casos de infecciones orales
postoperatorias. |