Es un padecimiento crónico de etiología variada
y que se caracteriza por el aumento sostenido de la presión arterial, ya
sea sistólica, diastólica o de ambas.
En el 90%
de los casos la causa es desconocida por lo cual se le ha denominado
hipertensión arterial esencial, con una fuerte influencia hereditaria. En
5 a 10% de los casos existe una causa directamente responsable de la
elevación de las cifras tensionales y a esta forma de hipertensión se le
denomina hipertensión arterial secundaria.
Se denomina hipertensión arterial sistólica cuando la presión sistólica es
mayor de 150 mmHg y la diastólica es menor de 90 mmHg. En los últimos
tiempos se ha demostrado que las cifras de presión arterial que
representan riesgo de daño orgánico son aquellas por arriba de 140 mmHg
para la presión sistólica y de 90 mmHg para la presión diastólica, cuando
éstas se mantienen en forma sostenida. Por lo tanto, se define como
hipertensión arterial cuando en tres ocasiones diferentes se demuestran
cifras mayores de 140/90 mmHg en el consultorio o cuando mediante
monitoreo ambulatorio de la presión arterial se demuestra la presencia de
cifras mayores a las anotadas más arriba, en más del 50% de las tomas
registradas.
La hipertensión arterial ocasiona daño a diversos órganos y el grado de
éste y el tiempo requerido para que aparezcan se relacionan directamente
con el grado de hipertensión arterial.
De acuerdo con las cifras tensionales la hipertensión arterial se puede
clasificar en:
|
Presión arterial
sistólica |
Presión arterial
diastólica |
Normotensión |
Menor
a 140 mm. hg |
Menor
a 90 mm. hg. |
Hipertensión Leve |
140 a
160 mm. hg |
90 a
100 mm. hg |
Hipertensión Moderada |
160 a
180 mm. hg |
100 a
110 mm. hg |
Hipertensión Grave |
Mayor
a 180 mm. hg |
Mayor
110 mm. hg |
De acuerdo con el grado de daño orgánico producido, la
hipertensión arterial puede encontrarse en diferentes etapas:
ETAPA I: Sin alteraciones orgánicas.
ETAPA II: El paciente muestra uno de los siguientes signos, aún
cuando se encuentre asintomático.
-
Hipertrofia ventricular izquierda (palpación, radiografía del tórax, ECG,
ecocardiograma).
-
Angiotonía en arterias retinianas.
-
Proteinuria y/o elevación leve de la creatinina (hasta 2 mg/d).
-
Placas de
ateroma arterial (radiografía, ultrasonografía) en carótidas, aorta,
ilíacas y femorales.
ETAPA III: Manifestaciones sintomáticas de daño orgánico:
-
Angina de
pecho, infarto del miocardio o insuficiencia cardíaca.
-
Isquemia
cerebral transitoria, trombosis cerebral o encefalopatía hipertensiva.
-
Exudados
y hemorragias retinianas; papiledema.
-
Insuficiencia renal crónica.
-
Aneurisma
de la aorta o aterosclerosis obliterante de miembros inferiores.
La
hipertensión arterial es un problema de salud de primera importancia ya
que se estima que se encuentra en el 21 al 25% de la población adulta
general. Esta cifra obliga a que el odontólogo , deba tener un
conocimiento claro del padecimiento.
Bibliografía:
http://www.drscope.com/cardiologia/pac/index.html
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Cuando se reconoce la causa de la hipertensión arterial, se intentará
suprimirla con el objeto de dar tratamiento a la enfermedad. En ocasiones
aún cuando se reconoce la causa, no es posible dar tratamiento y el médico
sólo se conformará con reducir las cifras de presión arterial con
fármacos, tal y como acontece en el paciente que padece lupus eritematoso
o diabetes mellitus y nefropatía, pielonefritis crónica,
hiperparatiroidismo con nefrocalcinosis, arteritis de Takayasu con graves
lesiones arteriales renales bilaterales y en otros territorios,
insuficiencia renal que puede controlarse con tratamiento médico y/o
métodos dialíticos. En otras ocasiones el reconocimiento de alteraciones
mecánicas como la coartación aórtica o la estenosis de arterias renales
puede ser aliviado con tratamiento quirúrgico o con angioplastía
percutánea; en este último caso puede tener indicación la nefrectomía
unilateral cuando el riñón isquémico se encuentra atrófico y con función
insuficiente o sin función. El diagnóstico de tumores productores de
hormonas (Síndrome de Cushing, aldosteronismo primario, feocromocitoma,
etc.) deben ser extirpados quirúrgicamente y ello será suficiente para
normalizar las cifras de presión arterial.
Por último, en pacientes con insuficiencia renal crónica en fase terminal
quienes serán sometidos a trasplante renal y cuya hipertensión arterial no
es posible controlar farmacológicamente, debe considerarse la nefrectomía
bilateral como opción para el tratamiento de la hipertensión arterial
refractaria.
En la mayoría de estos casos se logra la normotensión al erradicar el
padecimiento que condiciona la hipertensión arterial ; sin embargo, hay
pacientes en los que a pesar de lograr este objetivo, las cifras
tensionales permanecen elevadas. En ellos es posible que además del
padecimiento causal de la hipertensión, padezcan una forma esencial de la
enfermedad que coincide en el mismo sujeto.
Bibliografía:
http://www.drscope.com/cardiologia/pac/index.html
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El tratamiento de la hipertensión arterial esencial está destinado a
llevar las cifras tensionales a niveles normales (<140/90 mm Hg), para
disminuir los eventos cardiovasculares y la mortalidad por esta causa.
En general el tratamiento básico consiste en disminución del consumo de
sal, ejercicio dinámico constante, baja de peso y medidas nutricionales,
así como también control de los otros factores de riesgo cardiovasculares.
Dependiendo de diversos criterios clínicos, como la magnitud de la HTA,
otros factores de riesgo, daño a nivel de órganos, edad y otros, se puede
plantear el uso de fármacos, que por lo general deben tomarse de forma
indefinida y diariamente, en forma única o a veces asociados. Como
cualquier medicamento, estos también tienen efectos secundarios los cuales
deben considerarse al indicar el tratamiento.
Entre los distintos fármacos
se
destacan:
-
Los β-bloqueadores:
actúan bloqueando los receptores cardíacos β-1, impidiendo el aumento de
la contractibilidad y frecuencia cardiaca mediada por el sistema
autonómico simpático, impidiendo el aumento del débito cardiaco,
disminuyendo la presión arterial.
-
Los diuréticos, actúan a nivel renal, aumentando la excreción
renal de sodio y así disminuyendo la volemia y el volumen circulante, al
disminuir este volumen disminuye la sangre que llega al corazón para
cada bombeo disminuyendo el gasto cardíaco y así disminuyendo la presión
arterial. Entre los más usados destacan la hidroclorotiazida y los
diuréticos de asa larga como furosemida.
-
Los vasodilatadores o bloqueadores de los canales de calcio, como
nifedipino, dialtiazem, o verapamilo, actúan bloqueando el mecanismo de
contracción arterial, disminuyendo consiguientemente la resistencia
sistémica y así disminuyendo la presión arterial.
-
Los bloqueadores de receptores α periféricos son otro grupo de
vasodilatadores. Incluyen a hidralazina, usualmente usada en embarazadas
y doxazocina.
-
Los inhibidores de la enzima convertidora, iECA (enalapril,
captopril, entre otros), inhiben la conversión de angiotensina I a II,
la cual es un potente vasoconstrictor (aumenta la resistencia
sistémica). La enzima convertidora también participa en la degradación
de la bradicinina el cual es un vasodilatador y al inhibirse su
degradación la bradicinina aumenta, lo cual provoca vasodilatación y
disminución de la resistencia sistémica, disminuyendo la presión
arterial. Los sartanes actúan de manera similar. Es importante destacar
que los iECA han demostrado gran eficacia en control de la HTA en
pacientes diabéticos, donde se ha demostrado un aumento de la sobrevida,
en pacientes con insuficiencia cardiaca y también son útiles en
disminuir la progresión del daño renal en nefrópatas.
-
Los
bloqueadores del receptor de angiotensina II (losartan o candesartán)
evitan que la angiotensina II actúe sobre la musculatura lisa (y no
ocurra vasoconstricción) y también sobre la estimulación que produce la
liberación de aldosterona en la glándula suprarrenal.
Bibliografía: Farmacoterapia del paciente con
problemas médicos. Clínicas Odontológicas de Norteamerica. Volumen
3/1996. Capítulo: Farmacoterapia para la hipertensión. Página 561-566
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El paciente que es atendido en la consulta
dental debe tener su presión arterial sistólica hasta 140 mm. Hg. y su
presión diastólica hasta 90 mm. hg.
Si esos valores son
superados el profesional debe solicitar al paciente que consulte a su
médico para evaluar su estado general. ( El odontólogo debe actuar como
agente sanitario)
Si el paciente manifiesta ser hipertenso, y está bajo
atención y control médico con fármacos para regular su tensión arterial,
debe tomar su presión arterial por medio de un esfingomanómetro
(Ver medida de la presión
arterial); y
puede llevar a cabo prestaciones dentales según cuadro inferior.
|
Presión arterial
sistólica |
Presión arterial
diastólica |
Tratamiento dental |
Normotensión |
Menor a 140 mm. hg |
Menor a 90 mm. hg. |
Anestesia infiltrativa con
epinefrina |
Hipertensión Leve |
140 a 160 mm. hg |
90 a 100 mm. hg |
Anestesia infiltrativa con
epinefrina |
Hipertensión Moderada |
160 a 180 mm. hg |
100 a 110 mm. hg |
Realizar
interconsulta con cardiología.
Evaluar con el
cardiólogo el uso de anestesia con epinefrina y sedación* |
Hipertensión Grave |
Mayor a 180 mm. hg |
Mayor 110 mm. hg |
Interconsulta
Urgente con el cardiólogo.
No realizar prestación
dental, solo atender la urgencia con medicación
antibiótica y analgésica. |
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